El agua de riego corresponde a una parte del agua dulce que esta disponible para el uso tanto para consumo humano como para el uso del riego de plantaciones agrícolas. El uso del agua para fines agrícolas es un tema central en cualquier debate sobre los recursos hídricos y la seguridad alimentaria.
Tal como indica el Banco Mundial, “en promedio, en la agricultura se ocupa el 70 % del agua que se extrae en el mundo, y las actividades agrícolas representan una proporción aún mayor del uso consuntivo del agua debido a la evapotranspiración de los cultivos”.
En varios países en vías de desarrollo, el agua destinada al riego de cultivos representa el 95% del agua consumida, jugando un papel clave dentro de la producción de alimentos y seguridad alimentaria. Lo que choca con las necesidades de otros sectores de utilización de agua, representando un aumento en la presión sobre el mundo agrícola.
Fuentes de agua para el regadío
El origen del agua de riego agrícola puede ser muy diverso ya que pueden proceder de fuentes naturales, tales como: la lluvia, ríos, lagos, lagunas, deshielos y vertientes subterráneas. Debiendo realizarse de forma sostenible el uso de estos recursos.
Como también puede provenir de fuentes alternativas, tales como la reutilización de agua procedente de estaciones de tratamientos de aguas municipales y el agua de alcantarillado.
Claramente el recurso de agua de lluvia depende de la climatología del área. El agua de superficie y subterránea es un recurso limitado por lo que normalmente se requiere de la construcción de embalses, tranques y pozos lo cual implica un gran impacto ambiental.
La utilización de agua reciclada para el regadío puede tener ciertos efectos adversos en la salud de la población y el medioambiente. Esto depende de la aplicación del agua, las características de la tierra, las condiciones climáticas y las prácticas agrarias. Por lo tanto, es muy importante que se tengan en cuenta todos estos aspectos en la gestión del agua reciclada.
Calidad del agua para el regadío
La calidad del agua empleada en el regadío es fundamental para el rendimiento y cantidad de cultivos, mantenimiento de la tierra y protección del medioambiente, las propiedades físicas y mecánicas de la tierra (por ejemplo la estabilidad de los agregados) la permeabilidad, son muy sensibles a los diferentes tipos de iones presentes en el agua de riego.
Por tal motivo es conveniente realizar un análisis de las plantas y tierra, para conocer sus niveles de humedad e hidratación, lo que puede ser realizado con tecnología y equipamiento que SOLEN comercializa.